martes, 21 de julio de 2009

LA EVOLUCIÓN



"¿Cómo debe comprenderse la evolución?"
—La evolución del hombre, respondió G., se puede comprender como el desarrollo en él de
aquellas facultades y poderes que jamás se desarrollan de por sí, es decir, mecánicamente.
Sólo este tipo de desarrollo o de crecimiento marca la evolución real del hombre. No hay, y
no puede haber, ninguna otra clase de evolución.
"Consideremos al hombre en el grado actual de su desarrollo. La naturaleza lo ha hecho tal
cual es y tomado colectivamente, hasta donde podemos ver, así permanecerá. Los cambios
que podrían ir en contra de las exigencias generales de la naturaleza sólo se pueden producir
en unidades separadas.
"Para comprender la ley de la evolución del hombre, es indispensable captar que esta
evolución, más allá de cierto grado, no es en absoluto necesaria, es decir: de ningún modo
necesaria para el desarrollo propio de la naturaleza en un momento dado. En términos más
precisos, la evolución de la humanidad corresponde a la evolución de los planetas; pero el
proceso evolutivo de los planetas, para nosotros, se desarrolla a través de ciclos de tiempo
infinitamente largos. En el espacio de tiempo que el pensar humano puede abarcar, no puede
tener lugar ningún cambio esencial en la vida de los planetas, y por consiguiente no puede
tener lugar ningún cambio esencial en la vida
de la humanidad.
"La humanidad no progresa, ni evoluciona. Lo que nos parece ser progreso o evolución es una
modificación parcial que puede ser inmediatamente contrabalanceada por una modificación
correspondiente en la dirección opuesta.
"La humanidad, así como el resto de la vida orgánica, existe sobre la tierra para los fines
propios de la tierra. Y es exactamente lo que debe ser para responder a las necesidades
actuales de la tierra.
"Sólo un pensamiento tan teórico y tan alejado de los hechos como el pensamiento europeo
moderno, podría concebir la posibilidad de la evolución del hombre independientemente de la
naturaleza circundante, o considerar la evolución del hombre como una gradual conquista de
la naturaleza. Esto es completamente imposible. Ya sea que viva, muera, evolucione o
degenere, igualmente el hombre sirve a los fines de la naturaleza, o más bien, la naturaleza se
sirve igualmente —aunque quizá por motivos diferentes— de los resultados tanto de la
evolución como de la degeneración. La humanidad considerada como un todo jamás puede
escapar a la naturaleza, ya que aun en su lucha contra ella, el hombre actúa de conformidad
con los fines de la misma. La evolución de grandes masas humanas está en oposición a los
fines de la naturaleza. La evolución de un pequeño porcentaje de hombres puede estar de
acuerdo con estos fines. El hombre contiene en sí mismo la posibilidad de su evolución. Pero
la evolución de la humanidad en su conjunto, es decir, el desarrollo de esta posibilidad en
todos los hombres, o en la mayoría de ellos, o aun en un gran número, no es necesaria a los
designios de la tierra o del mundo planetario en general, y de hecho, esto podría serle
perjudicial o aun fatal. Hay, por consiguiente, fuerzas especiales (de carácter planetario) que
se oponen a la evolución de las grandes masas humanas y que las mantienen al nivel en que
deben quedar.
"Por ejemplo, la evolución de la humanidad más allá de cierto grado, o más exactamente, más
allá de cierto porcentaje, sería fatal para la luna. Actualmente la luna se nutre de la vida
orgánica, se nutre de la humanidad. La humanidad es una parte de la vida orgánica; esto
significa que la humanidad es un alimento para la luna. Si todos los hombres llegaran a ser
demasiados inteligentes, ya no querrían ser comidos por la luna.
"Pero las posibilidades de evolución existen y se pueden desarrollar en individuos aislados,
con la ayuda de los conocimientos y de los métodos apropiados. Tal desarrollo puede
efectuarse sólo en interés del hombre, en oposición a las fuerzas y, se podría decir, a los
intereses del mundo planetario. Un hombre tiene que comprender esto: que su evolución no
interesa sino a él. A ningún otro le interesa. Y no debe contar con la ayuda de nadie. Porque
nadie está obligado a ayudarle, y nadie tiene la intención de hacerlo. Por el contrario, las
fuerzas que se oponen a la evolución de las grandes masas humanas también se oponen a la
evolución de cada hombre. Toca a cada uno el chasquearlas. Mas si un hombre puede
chasquearlas, la humanidad no puede hacerlo. Ustedes comprenderán más tarde que todos
estos obstáculos son muy útiles; si no existieran, sería necesario crearlos intencionalmente,
porque sólo al vencer los obstáculos un hombre puede desarrollar en sí mismo las cualidades
que necesita.
"En cuanto a la evolución, es indispensable convencerse bien, desde el principio mismo, que
nunca existe evolución mecánica. La evolución del hombre es la evolución de su conciencia.
Y la «conciencia» no puede evolucionar inconscientemente. La evolución del hombre es la
evolución de su voluntad, y la «voluntad» no puede evolucionar involuntariamente. La evolución
del hombre es la evolución de su poder de «hacer», y el «hacer» no puede ser el
resultado de lo que «sucede».
Fragmentos de una Enseñanza Des-co-no-ci-da
P. Ouspensky